Es al estratega comunicacional a quien incumbe la dirección y el empleo de las unidades de análisis e interpretación del conflicto opinático, puestas a sus órdenes para provocar una evaluación sistémica de los escenarios de la opinión, de los actores que participan y de las fuerzas, internas y externas, que intervienen para modelarla. Su asertividad en las batallas comunicacionales se manifiesta por medio de las disposiciones encaminadas a lograr los objetivos propuestos, y para ello está obligado a concebir, decidir, preparar y dirigir las maniobras persuasivas necesarias, aprovechando eficaz y eficientemente las capacidades y las posibilidades que tiene a su disposición en el terreno de la opinión pública, con la explotación de las debilidades y las amenazas del enemigo, con el uso efectivo y creativo de los medios de comunicación disponibles, asumiendo las características del ambiente físico y la estimulando la potencialidad del equipo humano que le acompaña.
El objetivo estratégico de la Tercera Ley de la guerra comunicacional es evaluar, una actividad que consiste en valorar permanentemente los factores intervinientes en una situación de conflicto. Para el emprendimiento o la continuación de las batallas de una guerra comunicacional, en este ensayo se propone que tal valoración holística debe hacerse siguiendo el método que se utiliza en el análisis vectorial de los estudios estratégicos: terreno, enemigo, medios. El estudio del terreno, a este nivel, consiste en el examen del marco geoestratégico en el que se inserta la matriz de la opinión pública y los implicados en las batallas. El análisis del enemigo se deriva de la evaluación de su capacidad de respuesta, de sus fortalezas y debilidades, así como de las propias oportunidades y amenazas. Y, por último, la evaluación de los medios debe tomar en cuenta las variantes tácticas al Plan de Medios introducidas por la internet y las redes sociales, como respuesta a las nuevas condiciones del entorno comunicacional.
El estratega deberá hacer la evaluación del enemigo sobre la base del peor escenario posible para sí, incluyendo la posibilidad de realizar acciones múltiples en diferentes frentes. Tal doctrina consiste en apreciar y calcular los procedimientos tácticos de los emprendimientos persuasivos del contrario, sus capacidades logísticas y el apresto operacional sobre la opinión de los públicos, y considerar al equipo comunicacional del que dispone o tiene acceso. Para llevar a cabo este proceso, el estratega necesita recopilar una extensa base informativa acerca del escenario, los medios y el enemigo y actualizar permanentemente la información existente con data confiable acerca de todos los aspectos: liderazgo, objetivos, organización, tácticas, apoyo externo, y ambiente relacionado con la opinión pública.
¿Cuáles son los esfuerzos que deben hacerse para identificar los patrones de actividad, operaciones y táctica que diferencian al enemigo? Es una pregunta que obliga a una respuesta de acciones complejas, que solo pueden abordarse con una sólida preparación de inteligencia corporativa, actividad imprescindible para enfrentar con probabilidades de éxito las distintas batallas que habrán dentro de un escenario comunicacional persuasivo.
Inteligencia comunicacional:
La inteligencia comunicacional está implícita en la Tercera Ley de la Guerra Comunicacional. Ella demanda comprender la nueva problemática de la postmodernidad y los desafíos que la globalización impone sobre los campos de acción político, económico, y social, para fortalecer las capacidades de acción institucional y organizacional en la proposición y ejecución de estrategias comunicacionales necesarias para la toma de decisiones persuasivas, desde la visión estratégica hasta la probabilidad táctica.
Existe una relación muy estrecha entre el saber, la comunicación y el lenguaje y es por ello que la inteligencia comunicacional se integra a la función de inteligencia sectorial (llamada también ‘inteligencias particulares’) porque tiene un alto grado de especialización y son inherentes a ella el saber, la comunicación y el correcto uso del lenguaje para desarrollar actividades específicas en la prosecución, análisis y desactivación de las campañas persuasivas contrarias. Es por ello que la inteligencia comunicacional pertinente y relevante contribuye a disminuir los niveles de incertidumbre que enfrenta el estratega al momento de tomar decisiones en un contexto caracterizado por una gran volatilidad en la opinión pública.
La inteligencia comunicacional es en sí misma una modalidad de la inteligencia psicosocial[1] y consta de operaciones ocultas y clandestinas que se fundamentan en la infiltración de las filas operativas de los equipos persuasivos contrarios, y cuyo fin último son las actividades de sabotaje, espionaje y subversión de las campañas opináticas en curso o por activarse desde las filas contrarias. Las normas de seguridad informativa, los procedimientos para la obtención de información relevante sobre la actividad comunicacional de los contrarios, y los métodos para el procedimiento de esa data se integran a esta doctrina de inteligencia y contrainteligencia que el estratega comunicacional deberá desarrollar y poner en práctica antes, durante y después de cualquier emprendimiento persuasivo para cumplir con los postulados de la 3º Ley de la guerra comunicacional.
En un contexto de alta incertidumbre, como por ejemplo una campaña electoral o el emprendimiento persuasivo para reorientar caudales económicos de inversionistas indecisos, la demanda de la inteligencia comunicacional apuntala una adecuada capacidad de reflexión que se transmuta en inteligencia estratégica, el arma principal en esta Era de la Percepción. La inteligencia comunicacional no es otra cosa que la comprensión de los problemas involucrados en la toma de decisiones en un mundo de amenazas indefinidas, lo que equivale a conocer en profundidad y con alto nivel académico, las corrientes del sentimiento (creencias, ritos, prejuicios, etc.) en diversos escenarios y con audiencias cada vez más globalizadas.
La mejor manera de definir la inteligencia comunicacional es considerarla, desde la perspectiva psicosocial, como la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos predominantes en un clúster específico, y a partir de ellos construir la estructura persuasiva del mensaje. Sin un sistema de inteligencia eficaz, idóneo para prever crisis en la opinión pública, no puede existir movilidad estratégica ni siquiera en el mensaje más sugerente.
Por todo lo anteriormente expuesto, es sencillo deducir que la inteligencia comunicacional se convierte en uno de los factores determinantes del éxito de cualquier emprendimiento persuasivo. Para su efectiva ejecución se requiere enfocar el énfasis en las dimensiones culturales y sociales de los problemas, junto con la capacidad de efectuar análisis que trasciendan la coyuntura y el mediano plazo, para proyectar un diagnóstico hacia horizontes temporales más amplios.
La Inteligencia comunicacional debe emplear con eficacia dos herramientas: el diagnóstico de los escenarios donde se desarrollan las batallas persuasivas y el análisis de las tendencias en la opinión pública, para crear y mantener un guión predeterminado, con el mismo elemento energizante y de direccionamiento político, y cuyo contenido tiene que ser repetido constantemente por los operadores políticos y psicológicos, a través de elementos estructurales informativos que afecten la emocionalidad de la opinión pública.
Contrainteligencia comunicacional:
Se considera actividad de contrainteligencia la planificación y ejecución de acciones ejecutadas en el terreno operativo y logístico, orientadas hacia la obtención, procesamiento y difusión de informaciones y documentos que se produzcan sobre la opinión pública y dentro de un determinado escenario, como acciones tácticas (de disuasión, distracción o de aproximación indirecta) hechas por actores o voceros que atenten contra los objetivos estratégicos del emprendimiento comunicacional. La función primordial de la contrainteligencia comunicacional consiste en detectar de manera preventiva las posibles amenazas y vulnerabilidades que pudieran afectar la seguridad de los objetivos comunicacionales alcanzados, la defensa del posicionamiento conseguido y el desarrollo integral de la campaña persuasiva.
En tanto que subsistema persuasivo, la contrainteligencia comunicacional involucra las informaciones y documentos obtenidos y procesados por el equipo designado de acuerdo con los principios, organización y funcionamiento establecidos por el estratega y por ello es considerado como el conjunto de medidas activas y pasivas para contrarrestar el sistema de inteligencia de los actores adversarios, quienes intentan la infiltración a través del acceso informal a funcionarios y colaboradores con el objetivo de accesar información privilegiada, reservada solo para la Dirección Estratégica de las campañas.
Frente a esta posibilidad, la contrainteligencia comunicacional despliega su arsenal desinformativo incluso desde el espacio físico propio, pues no se debe descartar que la instalación de artilugios de comunicación digital (nano micrófonos, rastreadores de celulares y de conexión a internet, etc.) sea una amenaza latente.
Las actividades comunicacionales de desinformación activa, constituyen la principal estrategia de la contrainteligencia comunicacional. Tienen como objetivo identificar los escenarios y los actores con los que se pretende vulnerar la reserva informativa sobre planes, estrategias y tácticas propias para afectar las campañas comunicacionales en ejecución o por ejecutarse. Estas actividades presuponen:
- La infiltración de elementos de confianza dentro de los equipos de planificación y de comunicación contrarios.
- La intensificación de la campaña de desinformación a través de un vocero único que monopolice la difusión de la información.
- Disponer de suficientes operadores políticos y psicológicos para instrumentar un procedimiento de “control de daños” en la opinión pública para cuando las estrategias de desinformación no causen de inmediato los efectos deseados, con el objeto de aislar progresivamente el evento inducido y desvincularlo de las figuras que han servido de voceros. Esta actividad puede contemplar la crítica a los voceros y los medios de comunicación por “banalizar” un hecho/evento sin corroborarlo, el cambio de voceros, la persecución (ideológica, financiera, judicial, etc.) y la suspensión súbita de la información.
- La creación de una crisis artificial y/o o el aprovechamiento de un evento fortuito que pueda ser explotado mediáticamente. Para ello, la contrainteligencia comunicacional debe impulsar los siguientes eventos:
- Desarrollar un escenario ficticio construido de manera progresiva por operadores políticos y psicológicos.
- Generar de manera artificiosamente espontánea nuevas “evidencias”, para mantener vigente la matriz informativa y justificar la desautorización pública de los presuntos autores intelectuales y materiales de esas falsedades.
Las actividades comunicacionales de desinformación pasiva, asumidas como una estrategia específica de contrainteligencia comunicacional, tienen como objetivo crear una falsa realidad y explotar situaciones coyunturales para reforzar propósitos políticos. Estas actividades involucran:
- La generación espontánea de hechos falsos y de presuntas evidencias, cuya intención va dirigida a lograr dos objetivos: primero, mantener precariamente vigente la matriz informativa de los contrarios. Segundo, justificar acciones ulteriores que desmonten la falsedad urdida, como soporte para la desacreditación y desmoralización de los contrarios ante la opinión pública.
- · La provocación de un acontecimiento relevante que sirva como cortina de humo bidireccional y que permita desviar la atención pública sobre aspectos débiles de la campaña comunicacional, cuyo objetivo consiste en anular las hipótesis que los señalan.
- · Permitir la filtración de información falsa que encolerice los escenarios de conflicto y que ello permita justificar cualquier decisión o medida extrema instrumentada sobre escenarios ficticios, decisiones asumidas como elementos de distracción temporal, que habilite la manipulación de los eventos ante la opinión pública, de tal modo que justifiquen las acciones concomitantes a esos eventos.
HIPÓTESIS DE SUSTENTACIÓN:
Cualquier campaña comunicacional sobre la opinión pública será persuasivamente efectiva y políticamente eficiente si ella es el resultado de una evaluación permanente de las variables que la intervienen.
AXIOMA COMPROMETIDO:
“La comunicación trasmite información al mismo tiempo que impone conductas” [2].
Estas dos operaciones simultáneas se conocen como aspectos conativos del mensaje (que modifican la conducta de quien lo recibe: función conativa del lenguaje.) y atributos referenciales (identificadores, claves, interrelaciones contextuales binarias, etc.) del mensaje porque toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional, de tal modo imbricados que el segundo clasifica al primero y es, por ende, una "meta comunicación". Este segundo axioma de la comunicación se refiere al intercambio de mensajes entre comunicantes en el que la interacción necesariamente puntúa la secuencia de hechos arbitrariamente.
ENUNCIADO DE LA LEY:
La evaluación del enemigo provee las herramientas para derrotarle.
COROLARIOS:
· Los criterios de evaluación y desempeño propios parten de una descripción de los requisitos de calidad para un resultado comunicacional esperado.
· La evaluación del enemigo más efectiva es aquella que involucra despliegue, misiones y medios de combate comunicacionales.
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[1] “La inteligencia psicosocial considera y estudia la población y potencial humano de naciones o grupos sociales, incluyendo los aspectos socio psicológico, etnográfico y antropológico en todas sus manifestaciones y evolución. El conocimiento cabal de las características sociológicas de una nación o grupo humano, permitirá determinar las condiciones bajo las cuales pueden ser arrastrados a un conflicto y proporcionará una de las medidas más exactas de sus comportamientos ante las exigencias que se deriven. La población constituirá el más importante de los elementos de la estructura social de un país y su conocimiento deberá ser mantenido permanentemente actualizado. Su importancia como potencial humano surgirá de la estimación de sus valores cuantitativos y cualitativos y permitirá determinar la cantidad de individuos que podrán apoyar directa o indirectamente un esfuerzo bélico”. (Manual de Inteligencia Estratégica – Academia Militar “Mariscal Antonio José de Sucre”)
[2] -Watzlawick, P., Bavelas, J. & Jackson, D. Teoría de la comunicación humana. Herder Editorial, S.L. Barcelona, 2002. 2º axioma de la comunicación.