Las elecciones parlamentarias, tanto para la Asamblea Nacional como para las cámaras del Poder Legislativo a nivel de Estados son el más importante enfrentamiento político nacional, después de las elecciones presidenciales, pues en Venezuela las organizaciones políticas que deseen triunfar, aún a contrapelo del marco legal que se les quiere imponer, tendrán que abordar la elección de sus candidatos como la planificación estratégica de una guerra comunicacional.
El primer paso que se da en el frente de batalla de una guerra comunicacional electoral es el planeamiento conceptual de la campaña. En su tratado filosófico sobre la naturaleza de la guerra, Carl von Clausewitz elaboró la definición, aún válida, de que la táctica es la teoría del uso de las fuerzas armadas en el combate y que la estrategia es la teoría del uso de los combates para el propósito de la guerra. En su opinión, las fuerzas armadas constituyen el medio para lograr el propósito de la guerra, es decir, la victoria, pero la misma es sólo un medio para el propósito definitivo de la estrategia: alcanzar la paz. Por tanto, la estrategia superior se aproxima cada vez más a la política para, finalmente, convertirse en ella.
Carl von Clausewitz plantea, entonces, que el objetivo de la estrategia no es la victoria, que es lo ostensible, sino la paz, que es lo oculto. Esta idea es de suma importancia para la planificación estratégica de la comunicación política; se trata, pues, de identificar lo que se oculta detrás del objetivo de la victoria electoral o lo que en verdad se busca al sancionar una ley. A continuación, algunas estrategias del campo político como lo que a menudo realmente son: la lucha por enriquecerse, la lucha por el poder personal o la lucha por algo distinto a los objetivos supuestos. Los ejemplos abundan.
La planificación de una campaña electoral es una lucha por el poder y la influencia. Para ello hay que aceptar que todo cambio genera ganadores y perdedores. Casi siempre es así, pues en política predominan los juegos de suma cero, razón por la cual toda idea tendrá defensores y adversarios. Esto significa que toda idea política que se cabalga sobre una campaña electoral, por buena que sea, sólo puede imponerse luchando contra el adversario. Imponer una idea poco tiene que ver con la razón y el entendimiento; sólo tiene que ver con el poder y con la influencia.
Lo dicho vale también para la planificación de estrategias en luchas electorales. La palabra alemana Wahlkampf, al menos, dice que se lucha por el poder y la influencia, pues se trata siempre de conquistar o de conservar el poder. La palabra “campaña”, utilizada en muchos idiomas, encubre el problema. Las estrategias políticas son aquellas que buscan imponer concepciones políticas, como la sanción de nuevas leyes o la creación de una nueva estructura en la administración estatal o la ejecución de medidas de desregulación, privatización o descentralización.
La experiencia muestra que ni los partidos políticos ni los gobiernos planean suficientemente tales medidas desde el punto de vista estratégico, pues, de lo contrario, no fracasarían tantos proyectos. En la práctica, el resultado de tales medidas y “planificaciones” suele ser que los afectados primero se defiendan y luego intenten eludir las leyes o que ni siquiera las consideren por creer que el Estado es demasiado débil para imponerlas.
No sólo los partidos, los políticos y los gobiernos necesitan estrategias comunicacionales para sus políticas, sino también las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que actúan en el campo político. Ya sea que se trate de sindicatos, grupos ecologistas, organizaciones de derechos humanos u otras, todas las entidades necesitan estrategias para lograr sus objetivos a largo plazo.
Los cambios a largo plazo o los grandes proyectos no son realizables sin un correcto y asertivo marco de estrategias en las que debe haber una planificación minuciosa que abarque a su vez varios aspectos como las competencias de los aliados, la forma organizativa, la financiación, la elección de los representantes, la elección de la administración política, etc. Sólo una planificación detallada de la comunicación persuasiva, con una estrategia comunicacional convenientemente planificada, podrá evitar los errores cometidos a menudo:
- Los primeros pasos metodológicos se centran en el denominado análisis de situación, es decir, en el punto de partida de todas las reflexiones políticas.
- Los instrumentos para preparar la ejecución de las estrategias y la resultante fijación del marco táctico y su ejecución.
- Los instrumentos de control de la estrategia y de obtención de datos. Con ellos se cierra el círculo de la planificación estratégica y se vuelve al análisis de situación.
- La planificación de medidas derivadas de la estrategia y a los requisitos organizativos necesarios para su ejecución y financiamiento.
- Algunos fundamentos y factores de orientación especiales de la planificación estratégica, entre los que figuran los sistemas constitucionales, los sistemas de partidos políticos y los sistemas electorales, así como sus singulares efectos sobre las estrategias a planificar.
- Soluciones estratégicas que demuestran cuán importante es abordar de manera estratégica problemas tales como el fundamentalismo, la corrupción y el manejo de conflictos.
Con esta guía sólo se puede transmitir un método con el cual se pueden planificar procesos políticos. El método muestra los caminos hacia el objetivo, pero éste puede alcanzarse por diferentes vías en las diversas partes del mundo. A veces la vía resulta muy tortuosa y los medios para alcanzar el objetivo dependen de condiciones culturales y jurídicas tan disímiles, que incluso la metodología debe ser adaptada de vez en cuando.
Si bien todas las condiciones son diversas, lo que importa es desarrollar estrategias sencillas y comprensibles, pues sólo así pueden ser entendidas y ejecutadas y controlarse sus efectos. El atractivo - y el éxito - de la planificación estratégica de la comunicación persuasiva están, precisamente, en la sencillez, en la reducción de los problemas a lo esencial y en la concentración de los mensajes en el objetivo estratégico.
(Y)
ResponderEliminar